Un nuevo 8M llega después de dos años marcados por el COVID-19, una pandemia que ha puesto en evidencia la insostenibilidad y la injusticia de un sistema desigual a nivel global. Los efectos de la pandemia no son neutros en cuanto al género de las personas acompañadas por Caritas. Las mujeres son doblemente golpeadas por un modelo estructural, en el que a la lacra de las violencias machistas se suman las desigualdades múltiples, como son el origen étnico, la edad, la situación socioeconómica, la discapacidad o la ubicación geográfica, que impactan en las mujeres en condiciones más precarias y aumentan su riesgo de exclusión social.
Ante la celebración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Caritas Bizkaia recuerda que la realidad de pobreza y exclusión tiene rostro de mujer y alerta sobre el impacto y las consecuencias que suponen la discriminación de género, anclada en un sistema estructural de desigualdad e injusticia social. Denunciamos también que las múltiples violencias que se siguen ejerciendo hacia las mujeres son una consecuencia directa de esta desigualdad estructural.
Caritas Bizkaia apuesta, especialmente hoy, por seguir trabajando a favor de un marco de relaciones entre hombres y mujeres sin barreras ni divisiones, donde los derechos de las mujeres sean protegidos, respetados y garantizados. Para ello, necesitamos caminar juntas, a ello nos exhorta la sinodalidad, a desvelar los pasos que nos invita a dar el Espíritu en esta clave. Caminar juntas implica escucharnos, que las mujeres puedan explicitar las cosas que duelen, las pequeñas y grandes exclusiones que sufren, lo que pueden aportar, lo que se sienten capaces de hacer. Revisemos quién tiene voz, quién participa, quién toma decisiones y cómo se toman. Afrontemos el reto de ser compañeros y compañeras de camino, hablemos de las asimetrías entre hombres y mujeres, escuchémonos. Sólo así contribuiremos a construir un compromiso constante por la igualdad.